domingo, 25 de octubre de 2015

Nacer humano

Nacer humano y quedar prendido en un punto de la eternidad.

 Perderse en los límites del cuerpo para ganar un tiempo imposible que nos deleita y nos vuelve cósmicos.

 Esa es la vida.

 (Ésa que no tiene nombre en las religiones).

 Pero aquí y ahora el milagro.

 Con la sangre golpeando el filo de los dientes, frágil  y esplendente como la flor de la acacia.

 La sombra del cuerpo hendiendo la luz, para verificar que estás ahí, que no eres un delirio del universo y que hubo un antes y habrá un después.

 Y en el centro, intemporal, materia palpitante, tú. 

Pasado y futuro se diluyen  tragados por un hálito presente que se expande y se expande hasta llenarlo todo.

 Hay un ahora que es tuyo. Tuyo ese ahora que se derrama en tiempo.

 Lo demás es nada, el vacío. Ni siquiera hay dibujo que le preste forma alguna. Todas quedaron aquí, multiplicadas hasta el infinito.

 Una torre de sumas componen tu geometría y cada ángulo te pertenece de principio a fin.

                          Humano de humanos hecho, de presento eterno. De VIDA.