Anoche me fui a
la cama con el “Lamento d'Arianna” sonando en mi cerebro.
Pensé en la
primera vez que conocí esta conmovedora aria - “Lasciatemi
morire”- de la ópera "L'Arianna" de Claudio Monteverdi. Fue hace muchos años, siendo
yo muy joven, casi una adolescente, de la voz de Philippe
Herrewehgue, en la clase de canto, en San Lorenzo del Escorial.
Recuerdo la impresión que me causó. El profesor habló de la desesperación de Ariadna, abandonada por Teseo, para abordar
la interpretación expresiva del tristísimo lamento.
Hoy pienso en
ello y me sonrío recordando mis esfuerzos por meterme en una
desesperación que, afortunadamente, por entonces, yo no sentía. Tan
sólo poseía el instrumento - la voz - y el resto era... teatro.
No sabía
entonces que es la vida quien te pone la calidad
expresiva nacida de las entrañas. Es ahora, moldeada por el tiempo y la experiencia, cuando podría
"vivir" a Ariadna sin "representar" papel
alguno. Sólo tengo que revivir mi propio dolor ante los "abandonos" que me ha procurado mi paseo por la vida.
Pero... por esas crueles ironías que tiene el destino, ahora que siento el
alma de Ariadna en mi propia estructura..."me abandonó" el
instrumento y mi canto sólo puedo escucharlo yo en mi cerebro,
espectadora única y privilegiada de la más expresiva y bella
versión que se pueda imaginar.
https://youtu.be/sKs_jIGJugE