Nada escucho.
Ni el silencio que antecede a los sonidos.
Ni el que hiciera respirar las melodías.
Ni el que va siguiendo a las cadencias.
Ni el eco de resonancias en el
silencio final.
Ya nada siento.
Olvidé las variaciones.
Y aun el tema.
Una a una, la vida fue tragándose
la suma de armonías imposibles.
¿Qué sería de aquella sorprendente
arquitectura
de notas disonantes y ritmos
sincopados?
Mi sentir olvidó la partitura.
Ya me olvidé de su agógica, sus rubatos y sus prestos,
de sus notas en cascada,
de los acordes perfectos...
Ni recuerdo la dinámica que nos
marcaba los tempos.
Pero sí creo recordar cómo eran sus movimientos.
Algo así como
de vivace pasó a
andante,
al andante siguió un lento,
el lento se fue apagando.....
…......................................y después, vino el
silencio..............