miércoles, 29 de noviembre de 2023

IMPERFECTO LÚDICO


JUEGO DE NIÑOS
- Y yo era un delfín,  y tú una caracola que dormitaba lánguida y hermosa sobre la arena de la playa. Y cada mañana, al salir el sol, yo tenía que nadar hasta la orilla para verte.

- No quiero ser la caracola. 

- Por qué?

- Las caracolas son milenarias y se pierden en los confines del tiempo. Y un día, el delfín no volvería y tendría que pasar la eternidad llorando la pena del amor perdido.

-Pero yo sí volvía. Volvía convertido en espuma a besarte dulcemente con los primeros rayos de luna, te inundaba con las mareas y te arrastraba impetuoso hacía mí las noches de tormenta. 
Dime, ¿Aún no te gustaría ser la caracola?

- Ahora sí. 

NOCTURNO

Recostado en su  sillón, un hombre mira con fijeza hacia la ventana que tiene enfrente. La lluvia golpea con furia el cristal  y en la habitación, apenas iluminada por una diminuta lámpara modernista,  suena  la 4ª sinfonía de Sibelius.  Es madrugada. Busca una manada de caballos alados cruzando el cielo y sólo encuentra la negrura  de la noche. No hay batir de alas, ni siente galope alguno, sólo el zumbido de un viento frío venido de otros mundos responde a su insistencia.

 El agua que corre por el cristal simula palabras en movimiento, cambiantes.  Se forman y un segundo después se deshacen para volver a dibujar nuevos  términos en  un alfabeto  desconocido.

(Se oye aullar un perro al otro lado de la ventana) .

 Misteriosos jeroglíficos prendidos de la memoria emergen  en  la mente del hombre,  mensajes encriptados en  números y letras  en una arquitectura de frases imposibles. Un vértigo incontenible se apodera de él. Su cuerpo pierde consistencia.. Como dardos lanzados certeramente, las palabras - que todo lo llenan - taladran su piel, atraviesan su carne, se adhieren a sus órganos internos y  hasta su aliento expele palabras.

( El perro ha dejado de aullar)

La sinfonía de Sibelius sigue sonando y afuera sigue lloviendo. En la habitación, la lámpara modernista alumbra un sillón vacío sobre un suelo de palabras.








Todos se fueron



 Una anciana sueña que vivió un día.Sus ojos están cansados pero oye el río. Lleva un ramo de azahar en el vestido y sonríe tímidamente a la cámara. Sentada en una roca, mece los pies desnudos rozando el agua.

 (Hay un largo camino por delante...El camino se adelgaza  más y más. Desaparece tragado por los árboles).

 Un joven  esbelto y elegante, mira a través del objetivo. Retrata un alma que asciende empujada por el viento.

( Él es el viento, y ese olor de hierba mojada que sale de su piel).

 La anciana tiene unos labios frescos como la fruta recién cogida y unas mejillas arreboladas. Se estremece y tiende sus brazos temblorosos al vacío. "¿Eres tú, amor mío?"